Circunstancias No Detienen Cielos Abiertos
Circunstancias No Detienen Cielos Abiertos
Ezequiel 3

Cinco años después de caer cautivo en Babilonia, Ezequiel estaba sentado junto al río Quebar. Ya había cumplido sus 30 años y se había preparado toda su vida para cumplir su misión sacerdotal que comenzaba desde esa edad.
¿Qué imaginó que lo perdería todo e iba a ser llevado como prisionero a tierra extraña?
Ahora estaba solo, me imagino que triste también y con planes aparentemente frustrados y estancados durante cinco años desde el cautiverio.
Pero de repente, en ese mismo río, Dios lo cambió todo; vio cielos abiertos con visiones celestiales y tuvo el llamado de Dios como profeta, el cual cambió el rumbo de su vida entera.
Las visiones y experiencias que tiene son asombrosas, pero también esta historia me recordó que a veces lo que parece llegar a un camino sin salida, solo es la parada para ver los cielos abiertos a un camino con redirección del Señor.
Parecía que lo perdió todo...que no había esperanza y que nada más iba a pasar, pero Dios lo redireccionó.
¿Lo sacó del cautiverio? No en este caso, pero lo transicionó en la ruta celestial de acuerdo a su plan.
Fue un camino bastante duro y cuesta arriba para Ezequiel en este llamado, pero vivió el propósito del Padre aún en medio de lo que aparentemente ya no iba a ser y ante un pueblo de duro corazón que no le escucharía. Sin embargo, ¡vivió en bendición! Así es, bendición no siempre es sinónimo de nuestra comodidad o prosperidad terrenal.
Bendición también es ese gozo de saber que vives en la voluntad y propósito del Padre, bajo su respaldo y la maravillosa aventura de seguir sus pasos en fe, aún sin ver el suelo por donde pisas.
Oremos...
Padre recuérdanos cada día que lo que muchas veces nosotros damos por perdido, estancado o a la deriva, es lo que tú puedes utilizar para abrir los cielos y redireccionarnos en cumplimiento a tus propósitos.
Ayúdanos a ver con tus ojos lo que es verdadera bendición a nuestras vidas y no con los lentes que este mundo llama como bendición o éxito terrenal.
Llénanos de tu fe y esperanza para no perder de vista tu plan, cualquiera sean nuestras circunstancias. También para escuchar tu voz y esperar tu dirección aún en medio de los callejones aparentemente sin salida que experimentemos.
Gracias Señor, en tu nombre Jesús. ¡Amén!